MI

 

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LA COMPRA

En febrero del 99, mientras estaba alojado en una cabaña de Villa “La Angostura”, me llamó la atención el vehículo que tenía el encargado del complejo. No tardé en formular la clásica pregunta: ¿..y.... qué tal el autito ? Dije “autito” porque no sabía si era un furgón, camionetita o auto. Pero su forma ya me atraía y me resultaba “simpático”.

El dueño, orgulloso, se agrandó y mi pregunta tuvo como corolario, una explicación de aproximadamente media hora respecto al equipamiento, capacidad de carga, potencia y demás prestaciones del KANGOO 1.4 Naftero francés, ya que de eso se trataba.

Siempre fui partidario de los vehículos sin lujos, con buen despeje del piso, altos, medianos (el garage en casa mide 4.30 mts), confiables, con buena capacidad de carga y económicos.

 

Ya en Buenos Aires, la web me permitió enterarme que en Europa existían versiones diésel. Visitando concesionarias, en una encontré como vendedor a un vecino que me “confío” que más o menos para junio saldría la versión diésel.

 

Era tal mi “calentura” que día por medio entraba a la web de Renault y nada, hasta que un día una llamada de mi vecino me anunciaba lo que tanto esperaba: “Omar, te quiero avisar que dentro de unos días se presenta simultáneamente en todas las concesionarias el Kangoo diésel break”. Llegó el día anunciado y ahí estuve, enamorándome a primera vista del break amarillo.

Cabe acotar que el Kangoo era el único, frente a sus competidores, que en versión diésel traía puerta lateral. Al día siguiente pagué la seña y comenzó la cuenta regresiva. Veinte días después, cambiaba el Duna por un “autito” amarillo.

Todavía recuerdo que fuímos a “ablandarlo” a Mar del Plata y en “El Atalaya” se acercaron varios para mirarlo. Lo mismo sucedía en Camet y en el microcentro.

Hoy lleva recorridos más de 160000 km, incluídos unos cuantos miles de km de ripio.

 

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