TREKKING GLACIAR GRANDE (TORRE)
Domingo 15 de febrero
Históricamente la excursión al Glaciar Torre partía desde este campamento pero en esta oportunidad deberíamos desandar parate del camino y dirigirnos al campamento Thorwood.
Nos despertamos temprano, desayunamos bien, preparamos una mochila y partimos. Es imprescindible llevar anteojos oscuros, protector solar y guantes. Respecto al calzado es suficiente contar con botas o zapatillas de trekking.
Luego de más o menos 20 minutos de caminata rápida llegamos al Thorwood y nos sorprendió la cantidad de carpas armadas por los distintos prestadores.
Nos recibió la gente de la empresa. Tomamos bebida caliente mientras se iban sumando los demás integrantes de la excursión que habían dormido en ese campamento.
Cada pasajero recibe un arnés y un par de grampones que se regulan allí mismo. Los grampones se ajustan con correas y se utilizan con el calzado de trekking habitual y el arnés, que se lleva colocado durante toda la excursión, se utiliza para colgarse de la tirolesa.
Partimos y luego de media hora de caminata por un sendero distinto al que recorrimos nosotros, llegamos hasta la laguna. Desde la morena veíamos, chiquita, nuestra carpa amarilla.
Bajamos hasta el nivel de la laguna, en el punto donde ésta da origen al río Fitz Roy.
Allí está la tirolesa doble y un cartel que advierte sobre el peligro de intentar cruzar el río sin engancharse ya que si uno se cae es irremediablemente arrastrado por el agua. Una turista alemana murió intentándolo.
Luego de una breve explicación sobre como deberíamos engancharnos a la roldana, comenzamos a cruzar la tirolesa. Con un fuerte envión llegábamos hasta la mitad y luego, ayudándonos con los brazos, arribábamos a la orilla opuesta sin contratiempos.
Pablo cruzando la tirolesa (al regreso del trekking) |
La tirolesa puede cruzarse enganchado con un mosquetón en lugar de la roldana pero requiere un esfuerzo físico mayor.
Una vez del otro lado del río hay que caminar por el bosque, en constante ascenso, durante media hora.
Con una perspectiva totalmente distinta, se observa desde arriba el frente del glaciar.
Se cruza un arroyo que baja desde el cerro Solo en cuya orilla aprovechamos para cargar agua y descansar.
Arroyo del Cerro Solo |
Se sigue caminando por la falda de la montaña y es hora de empezar a bajar siguiendo un sendero entre piedras hasta la morena del glaciar.
Cerro Torre, agujas vecinas y cerro Pier Giorgio |
Apenas llegamos al hielo nos colocamos los grampones y recibimos una sencilla explicación sobre como caminar, como subir pendientes y como bajarlas.
Caminamos en una fila siguiendo el camino elegido por el guía. Se debe tener cuidado porque existen sumideros, algunos de muchos metros de profundidad.
Sumidero |
Cabe una aclaración: la caminata se desarrolla sobre el glaciar Grande y no sobre el glaciar Torre.
El día estaba muy lindo y la vista del Torre desde el hielo es espectacular.
!!! Sin Palabras !!! |
Caminamos un rato por el glaciar hasta encontrar una pared de hielo de unos 8 a 10 mts de altura donde practicaríamos ascenso con las piquetas.
Dimos cuenta de nuestras viandas, tomamos un poco de sol y luego practicamos la escalada. Vale aclarar que es a los fines turísticos y no implica ningún riesgo de caída ya que en todo momento estamos asegurados a una cuerda fijada con tornillos para hielo por encima de la pared y cuyo extremo pasa por el arnés del guía que nos dará seguridad.
Uno a uno lo intentamos y salvo una señora que formaba parte del grupo, todos pudimos sacarnos la foto en el borde superior de la pared.
Llegó la hora de volver recorriendo el camino inverso.
Una última mirada al Torre :
Otra vez cruzamos el arroyo y la tirolesa. Cuando llegamos a la laguna, gentilmente el guía se ofreció a llevar nuestros grampones y arneses para ahorrarnos el viaje ida y vuelta hasta Thorwood, ya que nuestra carpa estaba en Bridwell.
Desistimos y lo acompañamos hasta Thorwood porque teníamos antojo de comer un alfajor de chocolate junto con un café que se ofrecería como corolario de la salida.
Bastante cansados regresamos a nuestro campamento. Dormiríamos otra noche allí y al día siguiente veríamos si bajábamos a El Chaltén o iríamos al campamento Poincenot por el sendero de las lagunas Madre e Hija que todavía no conocemos.
Apenas llegamos a la carpa, Javier comenzó a quejarse de un malestar en los oídos. Como el dolor no era intenso y no teníamos ganas de caminar de noche, decidimos quedarnos.