BALANCE DEL VIAJE

 

El KANGOO se comportó en forma excelente sin ningún inconveniente mecánico y no pinchamos ningún neumático salvo el golpe contra la piedra relatado más arriba.

Tuvimos mucha suerte respecto al clima que nos permitió visitar los lugares más importantes y lejanos del periplo, especialmente en Torres del Paine.

Quedamos maravillados por algunos lugares que no conocíamos y a los cuales intentaríamos volver: El Chaltén y el Paine. Vaya si cumplimos, con el KANGOO volvimos a El Chaltén en los veranos de 2001 y 2002.

Para aquellos que estamos mucho tiempo fuera de casa ya que tanto mi esposa como yo trabajamos, los paisajes solitarios y los grandes espacios nos permiten disfrutar de la vida en familia como no podemos hacerlo en la ciudad.

Hemos visto a la naturaleza en todo su esplendor pasando por la pampa húmeda, la soledad del desierto patagónico y sus mesetas, las moles de roca con sus agujas que se elevan hacia el cielo, los hielos eternos, los bosques, el mar calmo y embravecido. Pasamos del calor agobiante al frío intenso, del sol radiante al agua nieve. Jugamos con pingüinos y le dimos de comer a los zorros que se acercaban casi hasta tocarnos. Vimos a los guanacos, amos y señores, correr libremente. Nos sentimos mirados por los ñandúes y los choiques. Observamos de muy cerca a las aves carroñeras comer los restos de algún conejo que murió intentando cruzar algún camino solitario. Disfrutamos viendo manadas de caballos salvajes galopando al viento. Vimos lagos verdes y azules, siempre de aguas transparentes y bebimos el agua sin cloro de los arroyos.

Los primeros días en casa extraño el viento, compañero inseparable de nuestro viaje.

Los caminos son perfectamente aptos para recorrer con un vehículo de calle, tomando ciertas precauciones sobre todo respecto a las piedras que pueden tocar abajo. El KANGOO es alto y no tuve problemas en ese sentido.

No tuvimos que vadear cursos de agua y si bien en algunos tramos el tránsito es escaso, se cruzan vehículos que con seguridad siempre van a parar para ayudar, lo cual no significa que se resuelva el problema mecánico. Pero lo importante es que  uno no queda a la “buena de Dios” e incomunicado del mundo.

Acostumbrado a los viajes en Renault 12 y Fiat Duna, con el KANGOO siento cierto temor ya que en el interior y salvo en las concesionarias oficiales, no hay repuestos, sumado a que los mecánicos se “resisten a meter mano”. No sé cómo será la cosa ahora, pero en el 2000, las concesionarias debían pedir los repuestos a la fábrica en Córdoba, por lo cual alguna rotura podía significar alterar significativamente el periplo a recorrer.

Salvo en las ciudades, con mi teléfono celular (Unifón) no tuve señal en la ruta.

Antes de viajar estuve averiguando para alquilar un teléfono satelital pero los costos me hicieron desistir. Sería lo ideal desde el punto de vista de la comunicación.

En mi caso y debido a que soy radioaficionado, llevo en una caja un transceptor de HF (BLU) de banda corrida que me permitiría en caso de emergencia tal vez hacerle conocer a alguien donde estoy.

El vehículo volvió con algunos ruídos de carrocería, producto de los baches, serruchos y piedras que inevitablemente se pisan.

Viajar con más de un vehículo es lo deseable, pero en nuestro caso siempre hemos viajado solos.

Si se viaja con más de un vehículo, se sugiere elegir muy bien con quien llevar a cabo un viaje de este tipo ya que las distancias son largas, hay tramos muy monótonos y muchas veces uno improvisa etapas sobre la marcha.

Nunca reservamos alojamiento y siempre llevamos carpa y bolsas de dormir lo cual nos permite viajar sin estar atados a horarios ni itinerarios preestablecidos. Además tiene la ventaja que si el tiempo es malo, se puede cambiar el destino y mudarse a otro lado en busca del buen clima.

Si no se es partidario del camping, igualmente no está de más llevar mantas y calentador para preparar bebidas calientes y eventualmente alguna comida en caso que haya que dormir alguna noche dentro del auto a causa de algún desperfecto mecánico, máxime considerando que aún en verano las noches suelen ser muy frías.

LLevar un trailer permite liberar espacio en el interior del vehículo y viajar con mayor comodidad pero resta movilidad y velocidad sobre todo cuando se viaja por caminos de ripio en mal estado a lo que hay que sumar mi inexperiencia para maniobrarlo. En viajes posteriores hemos prescindido del mismo.

FIN

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