YAVI - LA QUIACA - VILLAZÓN (BO) - PURMAMARCA
Miércoles 22 de febrero
Amaneció
soleado.
Por
suerte los tres pudimos dormir bien sin sufrir las consecuencias de la
disminución de oxígeno a pesar de haber disfrutado de una cena opípara.
Luego
del exquisito desayuno dejamos el Kangoo en el hotel y fuimos a visitar los dos
atractivos principales del pueblo: la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y
San Francisco y la Casa del Marqués de Tojo, distantes a una cuadra del Hostal.
Iglesia de Yavi |
La
historia cuenta que la Iglesia, a diferencia de otras iglesias de la zona que
fueron rehechas, podría ser la que originalmente hizo construir Pablo Bernardez
de Obando antes de 1676 y que para 1682 ya contaba con las reformas y agregados
que ordenaron su hija y su yerno Juan José Campero, primer Marqués de Tojo.
Tiene
once ventanas con piedras de jaspe de 4 dedos de grosor y que son transparentes
como el cristal, las cuales permiten la entrada de luz a efectos de dar claridad
a toda la iglesia. A la vista parecen vitreaux. Se destacan las pinturas del
siglo XVI del Cuzco, los tres altares laminados en oro
las esculturas y objetos de plata.
Altar principal de la Iglesia de Yavi |
La
Capilla de Ánimas tal vez se agregó después pero se sabe que para 1790 ya
existía.
La
construcción simple contrasta con el alhajamiento lujoso y según comentan, el
inventario de la colección de pinturas se redujo considerablemente.
La
obra tal vez más importante, es una tabla flamenca del siglo XVI que está
colocada en lo más alto del retablo y que resulta muy difícil de ver y fue
restaurada hace algunos años.
La
iglesia se puede visitar acompañados por una señora que es su “cuidadora”
y que oficia de guía y que, como es habitual en la zona, se brinda a satisfacer
las consultas de los turistas con dedicación, esmero y sobre todo con amor por
su tierra y su patrimomio histórico y cultural. Pero atención: también nos
aclaró que para ella es “sagrado” el Carnaval por lo cual se debe evitar
planificar una visita para esos días.
Frente
a la Iglesia está la Casa del Marqués de Tojo, que actualmente funciona como
museo.
A
pesar que en su momento de esplendor debió mostrar una gran riqueza interior ya
que era contemporánea de la iglesia, situación corroborada por los inventarios
de la época, actualmente se ven solamente habitaciones rectangulares, muy
semejantes entre sí y dispuestas alrededor de un patio cuadrado de más o menos
30 mts de lado. Se conservan objetos de la época y cartelería que ilustran
sobre el funcionamiento del marquesado.
En
algunas de las habitaciones funciona la biblioteca del pueblo y muestra y venta
de artesanías de la zona.
A
un costado de la Casa encontramos un camping muy bien puesto y que goza de todas
las comodidades.
En
la sede comunal funciona el único teléfono del pueblo y no hay cobertura de
telefonía celular.
Una vista de las calles de la parte del pueblo más antigua ..
Una foto de una mujer coya tomada sin su permiso ya que en su cultura existe la creencia que con la fotografía se va el alma de la persona retratada.
En
las inmediaciones del pueblo hay petroglifos y pinturas rupestres que no
visitamos.
Dimos
unas vueltas con el auto y subimos hasta un promontorio desde donde se aprecia
el pueblo y sus alrededores.
(click sobre la leyenda para abrir) |
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Fuimos
a visitar el poblado de Yavi Chico, distante 4 km, donde encontramos una Escuela
que puede visitarse para que los alumnos expliquen a los turistas cuales son sus
actividades y muestren la huerta de la cual se sienten orgullosos conforme lo
muestra la cartelería que está en la entrada. Entramos pero no quisimos
interrumpir el almuerzo por lo cual nos retiramos silenciosamente.
Conforme
nos comentaron las chicas que atienden en el Hostal, por allí se cruza
caminando para ir hacia el poblado de ...... en Bolivia.
Al
mediodía emprendimos el regreso hacia La Quiaca y tomamos un desvío de 5 km
que conduce a una estación sismológica y a una laguna temporal para lo cual el
camino pasa entre los cerros del Cordón 7 Hermanos. Si bien estos cerros
parecen cuchillas, es probable que su altura ronde los 3800 msnm, considerando
que la ruta pasa a 3500 msnm.
Desde
el punto de vista paisajístico no justifica llegar hasta la laguna aunque valió
la pena salirse de la ruta ya que a unos cientos de metros del asfalto gozamos
durante un buen rato de ver como un grupo de vicuñas
comían tranquilas y se quedaban muy cerca sin espantarse.
Y un grupo de burros seguía con su rutina, "matándonos con la indiferencia" ....
Pasamos
por Sansana Norte y Sansana Sur y antes de llegar a La Quiaca,
nos detuvimos unos minutos para ver el paisaje de la puna con una panorámica de
la ciudad y parte de Villazón al otro lado del río.
Almorzamos
en un restaurante vecino a la terminal de ómnibus y si bien el sol castigaba
fuerte, decidimos dejar el auto del lado argentino y cruzar caminando al vecino
país.
El
límite internacional está dado por un río casi seco que, ilegalmente, puede
cruzarse caminando. El paso habilitado corre por sobre un puente de
hormigón muy corto.
Las
autoridades bolivianas no nos piden documentos y así, “como ilegales”, ya
estamos caminando por la calle principal de Villazón.
Toda
los locales están ocupados por comercios al igual que las veredas plagadas de
puestos de venta ambulante. Se consigue de todo: electrónica, ropa de imitación,
calzado trucho, hojas de coca que una señora envasa en bolsitas de medio kilo a
partir de una bolsa muy grande, frutas, etc.
Hay
negocios donde la mercadería parece ser original pero en la mayor parte de los
lugares, las imitaciones están a la orden del día. Por supuesto, entre ambas
versiones hay una notable diferencia de precio.
Caminamos
un rato y si bien estuvimos a punto de comprar calzado, desistimos y solamente
trajimos una mochila para Javier (que no viajó) y para mí un bolso que
aparenta ser original.
Vimos
cámaras digitales y demás chiches electrónicos originales pero los precios no
eran mucho más baratos que los que se consiguen en Buenos Aires en los
circuitos de venta por internet (MercadoLibre, DeRemate, etc).
En
caso que uno quiera comprar algo y estar seguro de no ser “sorprendido”,
debe pedir referencias a gente de La Quiaca para ir a los lugares precisos.
Si
bien sufrimos bastante calor, la experiencia valió la pena y a esos de las 17:00
hs ya estábamos nuevamente en suelo argentino.
Decidimos
que aquí pondríamos punto final a nuestro recorrido y, a pesar de que quedaban
“en el tintero” muchos lugares sin visitar, éramos conscientes que este
tramo del norte venía de regalo y que como primera aproximación había
satisfecho las expectativas.
Sin
apuro, tomamos la ruta 9 con rumbo sur y con la idea de dormir en alguno de los
pueblos de la Quebraba.
A
poco de salir la naturaleza decidió que nos despediría mostrándose en todo su
esplendor: el cielo se tiñó de gris obscuro y sobre el oeste y el sur, los relámpagos
se sucedían unos tras otros.
Muchos
rayos caían a tierra, incluso varios de ellos lo hacían en el mismo lugar y
con poca diferencia de tiempo.
Sobre
el este, donde se alza la Sierra de Santa Victoria, brillaba el sol. Mirando
hacia atrás veíamos que La Quiaca también disfrutaba de buen clima. Tengo
entendido por comentarios de lugareños que es común que haya tormentas muy
localizadas y que se arman en cualquier momento, incluso llegando a granizar sin
lluvia.
En
medio de esas rectas, donde uno sabe que no hay ningún refugio posible, la
situación puede llegar a inquietar.
Antes
de llegar a Tres Cruces, un viento cruzado y arrachado, me obligó a bajar la
velocidad drásticamente so pena de sacarme hacia la mano contraria. Por suerte
duró pocos minutos.
La
lluvia llegó enseguida y una granizada nos obligó a entrar al poblado por si
acaso.
Seguimos
viaje mientras veíamos como los rayos tocaban tierra sobre la planicie, a muy
poquitos kilómetros de distancia. Se veía una casita, solitaria, en medio de
tanta inmensidad y no pudimos evitar el comentario referido a que se sentirá
estar ahí, a merced de la tormenta.
Antes
de llegar al desvío que conduce a Iruya, la tormenta pasó y “como postre”,
el arco iris se recortó sobre el cielo gris oscuro. Por supuesto que nos
detuvimos para contemplarlo. Un espectáculo así es imposible de disfrutar en
la vida citadina.
Hermoso arco iris sobre la RN 9 |
Nos
quedaban, como máximo, tres días para llegar a casa. Nora tenía ganas de
conocer Iruya con lo cual ese margen se reduciría a dos, muy poco en caso de
tener algún problema con el vehículo.
Muy
a nuestro pesar decidimos seguir de largo y rumbeamos para Purmamarca, pasando
de largo los pueblos de la Quebrada en los cuales habíamos parado a la ida.
Dejamos
atrás Humahuaca y Uquía.
Cuando
pasamos por la zona de Huacalera, las luces de la Iglesia, iluminada a pleno,
contrastaban contra el negro del cielo.
Entramos
y durante unos minutos compartimos una celebración donde dos familias del
pueblo celebraban los cumpleaños de quince y de dieciocho de dos de los chicos
de la zona.
En
el mayor de los silencios, tratando de pasar totalmente desapercibidos,
escuchamos las palabras que una vecina le dirigía a los feligreses.
Durante
un buen rato quedé perplejo porque hacía mención al Evangelio que habían leído
hacía unos instantes y la forma con que lo explicaba “me hizo pensar que
estaba celebrando misa y que habíamos entrado justo durante la omilía”.
La
cosa se aclaró cuando repitió que por un imprevisto el sacerdote no pudo estar
presente para celebrar misa pero las palabras, la forma y la devoción con la cual
encaraba su tarea me sorprendieron.
Si
bien la Iglesia está abierta para todos, en ese momento me sentía “un
intruso” que podía distraer la atención de la veintena de personas allí
reunidas y que, seguramente, durante mucho tiempo habían deseado vivir ese
momento tan importante.
Así
como llegamos, “casi en puntas de pié”, salimos para continuar viaje.
Varios
son los motivos por los cuales seguimos hacia Purmamarca: no nos gusta viajar
largos tramos de noche y ya estábamos cerca, nos gustó mucho el Hostal
“Terrazas de la Posta, no teníamos ganas de andar buscando otro hotel y,
principalmente, teníamos ganas de comer otro locro, el último del viaje.
Purmamarca
ahora estaba en silencio, sin la música y el movimiento del Carnaval. El precio
del hotel había bajado
veinte pesos como consecuencia directa de la ley de oferta y demanda.
Locro
y a la cama, a mirar TV.