PURMAMARCA - POSTA DE HORNILLOS - MAIMARÁ - TILCARA - HUMAHUACA - YAVI
Martes 21 de febrero
Como
es nuestra costumbre, empezamos la jornada tomando un buen desayuno en la terraza del Hotel, disfrutando del
sol de la manaña que poco a poco nos hacía entrar en calor y alejaba la
modorra.
Una última visita al Cerro de los Siete Colores .....
Decidimos
partir rumbo norte, siguiendo la Quebrada y sin un destino prefijado.
Retomamos
la RN 9 y después de recorrer pocos kilómetros nos detenemos en la “Posta de
Hornillos”, edificada a fines del siglo XVII y que formaba parte del sistema
de postas y transportes de la época colonial.
En
1979 fue reconstruída y actualmente funciona como museo, disponiendo de visitas
guiadas incluídas en el costo de la entrada.
Tiene
varias salas donde se explica en que consistía el sistema de postas, cuáles
eran las normas que regulaban su funcionanmiento estableciendo reglas que debían
cumplir los viajeros y también los servicios a los cuales tenía derecho y se
conservan muebles y enseres de la época.
Aunque no esté relacionado con la historia, me llamó la atención una muestra con los distintos tipos de papas que se cultivan en el noroeste de nuestro país.
Alternativamente
fue ocupada por ejércitos patriotas o por los realistas que venían desde el
norte.
Se
conserva una de las camas en las cuales descansó el Gral Manuel Belgrano en su
campaña al Alto Perú.
Vale
la pena detenerse ya que la visita no insume más de una hora.
Sobre
el cerro que está frente a la Posta y al otro lado de la ruta, existe un
“antigal” que puede visitarse como excursión de trekking. El impiadoso sol
del mediodía nos hizo desistir de tal empresa.
Dos
kilómetros más adelante entramos al pueblo de Maimará. Estaban a la
vista los rastros de la noche de carnaval que allí se vive con mucha intensidad
ya que los lugareños prefieren este lugar a Tilcara cuyos carnavales están
“mas contaminados por la presencia del turismo”.
Papel
picado, botellas vacías, latas de espuma en aerosol y muchos lugareños que
bajo los efectos del alcohol dormían al sol, le
restaban al lugar una parte importante de su belleza. Como es de suponer, el
comercio estaba cerrado.
Hacia
el oeste llama la atención la presencia de cerros multicolores.
Recorrimos
el pueblo por su calle principal que corre paralela a la ruta y salimos por su
entrada norte. Justo en el empalme con la ruta 9 está el cementerio en el cual
un llamativo cartel que está junto a las tumbas invita a
visitar el pueblo. Tal vez no sea la mejor carta de presentación pero resulta
simpático.
Todo lugar sirve para promocionar Maimará, incluso el cementerio |
Estábamos
parados sacando una foto cuando se acerca corriendo un chiquilín de más o
menos diez años de edad, con pequeñas artesanías en la mano. Para nuestra
sorpresa no venía a venderlas sino a obsequiarlas como recuerdo del lugar.
Seguimos
hacia el norte. A la derecha y sobre la ladera de la montaña aparece el Pucará
de Tilcara, que visité hace algunos años. Ahora se construyeron barrios a su
lado por lo cual la vista desde abajo perdió parte de su encanto. ¡ Qué difícil
que resulta compatibilizar historia y tradiciones con desarrollo urbano !.
Imagino que tal vez habría algún otro lugar donde construir las casas sin hacerlo
tan cerca de las ruinas indígenas.
Pucará de Tilcara. Foto tomada hace unos años |
Desde esta "fortaleza" se contaba con una vista que permitía dominar el valle en su totalidad...
Desviamos
a la derecha y cruzando un puente entramos a Tilcara.
Es
una de las poblaciones más importantes de la Quebrada y es la única que está
sobre la margen oriental del río.
El
nombre Tilcara recuerda a la parcialidad indígena que habitó en la zona y que
levantó la fortaleza más importante del lugar.
En 1593, Francisco de Argañaraz y Mujía, que también fundó San Salvador de
Jujuy, se adjudicó la encomienda de Tilcara que heredaron sus descendientes. Al
mismo tiempo existía la institución del cacicazgo que perduró en manos de los
herederos del cacique Viltipoco que había organizado a los indígenas de las
tribus omaguacas cuando se enfrentaron a Argañaraz en 1594.
Se
sucedieron enfrentamientos y los caciques gobernaron la tribu hasta fines del
siglo XVII.
El
pueblo prosperó durante el siglo XVIII y desde principios del siglo XX se
convirtió en un centro veraniego para los jujeños pero luego fue descubierto
por el turismo nacional y extranjero.
Su
población deriva de una variada composición étnica y cultural con presencia
de coyas del altiplano, descendientes de indígenas omaguacas, clase media de
Jujuy e investigadores provenientes de distintas partes del país o del
extranjero.
Como puntos obligados de visita están el Pucará, el Musueo Arqueológico y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.
Nos
limitamos a recorrer la plaza a cuyo alrededor se encuentran instalados puestos
de ventas de artesanías, ropa y comidas al paso. Compramos algunas remeras y
pantalones y continuamos viaje ya que hacía mucho calor y el sol castigaba sin
piedad.
Siempre
con rumbo norte pasamos el Angosto de Perchel donde el valle se estrecha hasta
tener más o menos 100 mts de ancho.
Un
poco más adelante un monolito blanco señala el punto en el que se cruza el Trópico
de Capricornio y que por supuesto no modifica para nada nuestras vidas.
Pasamos
por Huacalera sin detenernos y unos kilómetros más adelante vemos hacia la
derecha y sobre una lomada estratégicamente ubicada, los restos de otro pucará.
Al
oeste vemos el cerro Yacoraite que cuando es iluminado por el sol de la mañana,
aporta belleza al paisaje y exhibe tonos que van del rojo al amarillo.
Pasamos
el Angosto de Yacoraite y arribamos a Uquía.
Paramos
para visitar la Iglesia de San Francisco de Paula, declarada Monumento Histórico
Nacional y en la cual enseguida llama la atención el hecho de tener su torre
separada de la iglesia y unida al cerco del atrio.
Iglesia de San Francisco de Paula - Uquía |
Su
interior es hermoso e impacta la riqueza dorada del retablo, el más antiguo de
la región, presumiblemente del siglo XVII.
Se
destacan los lienzos pintados, uno de los cuales presenta cuatro imágenes que
estarían destinadas para formar cuadros independientes pero que se mantuvieron
juntas: Ecce Homo, la virgen Dolorosa y dos Vírgenes de la Leche, casi idénticas.
Otros
cuadros son San Ignacio de Loyola de Mateo Pizarro, San Francisco Javier y la
Santísima Trinidad.
En las márgenes laterales está colgado uno de los conjuntos pictóricos más importantes de la región: son los nueve ángeles caballeros, conocidos como ángeles arcabuceros ya que portan arcabuces.
Su vestimenta representa una visión particular de las vestimentas masculinas
del Siglo XVII y esta creación iconográfica tuvo sus orígenes en la zona del
Collao, ubicada entre Cusco (Perú) y La Paz (Bolivia).
Vale
la pena dedicar un buen rato a disfrutar de la Iglesia donde el ambiente fresco
contrastaba con la alta temperatura del exterior.
Tomamos
helados aprovechando la escasa sombra disponible en la plaza mientras nos invadían
unos cuantos chicos que pedían algunas monedas para llevar a su casa y comprar
alimentos.
Le
obsequiamos paquetes de galletitas y aprovechamos para charlar con ellos e
informarnos un poco sobre aspectos de su vida cotidiana.
Frente
a la plaza hay un hotel y dos casas muy grandes que venden artesanías, remeras,
kiosco, etc.
Sugiero
visitar el pueblo en horas de la mañana o del atardecer, evitando las horas del
mediodía ya que la temperatura se hace sentir.
Seguimos
viaje y unos 15 km más adelante, con la Quebrada más ancha y cultivos a ambos
lados del río, llegamos a Humahuaca (2950 msnm).
En
la época incaica existió un “tambo”, construído para contribuir a las
comunicaciones dentro del imperio.
Desde
más o menos el año 1550, Francisco Pizarro había concedido el territorio en
encomienda que no podía hacerse realmente efectiva por la gran resistencia que
oponían los indígenas de la región. A fines del siglo XVI varios propietarios
se dividieron la Quebrada y la Puna.
El
pueblo ya existía en 1596, seguramente como prolongación del asentamiento
prehispánico a orillas del río. La estructura urbana irregular de los indios
perduró durante siglos y es probable que recién en el siglo XIX se haya
procedido a la rectificación y al nuevo trazado regular aunque con manzanas
desiguales.
El
centro principal del pueblo se fijó alrededor de la Iglesia de San Antonio y de
la plaza que la enfrenta.
Era
una zona que contaba con abundantes minas y alrededor de 1640 el pueblo
prosperaba debido a la actividad comercial en minería y ganado. Su importancia
radicaba en que formaba parte de la ruta al Alto Perú.
Esta
ubicación estratégica tuvo papel protagónico en las luchas por la
Independencia ya que entre 1814 y 1821 se libraron 14 combates. En el marco del
conflicto con Bolivia (1837) sufrió la invasión del mariscal Santa Cruz y
tanto la gente como los edificios y la producción y comercio sufrieron las
consecuencias, renaciendo la actividad en la segunda mital del siglo XIX.
En
1906 llegaron el ferrocarril y el hospital.
En
el año 2001 tuve oportunidad de permanecer durante tres días en Humahuaca y la
imagen recogida en aquella oportunidad contrastaba enormemente con la imagen que
recibimos esta vez ya que al igual que en los demás pueblos de la Quebrada, el
Carnaval hacía “estragos”: suciedad por todos lados, presencia de mucha
gente, comercios y oficinas públicas (incluyendo la de Turismo) cerradas.
Me
dió bronca ya que quería mostrar al resto de la familia la belleza y
tranquilidad de un pueblo maravilloso.
Aunque
no lo hicimos, merece una visita la Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la
Candelaria y San Antonio que data desde fines del siglo XVI.
Campanario en Humahuaca |
Subimos las escalinatas que conducen al pie del gigantesco Monumento a la Independencia, apoyado en lo alto de una meseta desde donde se tiene una vista muy linda del pueblo y la cadeña montañosa de vertiente oriental de la Quebrada.
Monumento a la Independencia |
Si bien
tiene varios grupos escultóricos, se destaca una figura masculina joven.
A pesar del sol de frente, pudimos sacar una foto con mayor detalle...
A
un costado está la Torre de Santa Bárbara, único resto de una antigua iglesia
que según se cuenta, fue utilizada por el Gral Belgrano como atalaya para
observación. Fue cambiada de lugar cuando se levantó el Monumento a la
Independencia.
En
las calles donde predomina la construcción más antigua se pueden ver las
puertas esquineras de la época virreinal y se disfruta de una atmósfera de
varios siglos atrás. En este sector las calles son empedradas, sin veredas y
con grandes faroles para iluminación.
Eran
más o menos las 17 hs y las primeras comparsas hacían sentir su música
mientras recorrían las calles del pueblo paseando sus estandartes, trajes
multicolores con lentejuelas y las infaltables bebidas espirituosas. La fiesta
recién comenzaba y se extendería hasta la mañana siguiente.
Averiguamos
por alojamiento y las opciones son variadas: en el Hotel de Turismo, muy
desmejorado, me pidieron $ 70 por una triple mientras que en otro hotel los valores ascendían a $ 180. Se veía mucha gente que venía
de distintos lugares de la provincia y en la terminal de omnibús los vendedores
ambulantes de sandwiches, tamales, empanadas y bebidas hacían su buena
diferencia.
Nuestra
idea no era participar del Carnaval y tal vez con una imagen idealizada del
Humahuaca tranquilo y limpio que había conocido en mi anterior paso por la
zona, no me sentía a gusto en medio de tanto “movimiento”.
Hora
de decidir: pernoctar acá o seguir hacia el norte en busca de más tranquilidad
y tratar de conocer un poco más de la Quebrada ya que los días de vacaciones
estaban llegando a su fín y la visita a estos pagos “venía de regalo”. No habíamos imaginado llegar tan al norte.
¿
Vamos a La Quiaca ?.
Aprovechando
que la ruta es asfaltada y se puede avanzar rápido, partimos.
Formaciones pintorescas antes de entrar a la Puna |
A
poco de andar vemos que va quedando atrás el paisaje de la quebrada y comienza
a insinuarse la Puna. Los cordones montañosos
cierran el horizonte lejano y se ven algunos pastizales cerca de los
cursos de agua. Ocasionalmente algunos puestos de pastores.
A
52 km de Humahuaca aparece el pequeño poblado de Tres Cruces (3700 msnm). Aquí
se embarcaba en ferrocarril el material de plomo, plata y zinc que se extraía
de la Mina Aguilar.
La
mina se encuentra al sudoeste de Tres
Cruces y es uno de los yacimientos más importantes de América Latina. Si bien
es conocida desde tiempos prehispánicos se empezó a explotar recién en 1925,
dando origen al pueblo de Mina Aguilar, distante 60 km
por camino de asfalto. Por falta de tiempo este camino quedará
pendiente para la próxima visita a la zona.
El
cielo, que se puso gris oscuro, acentuaba los rasgos del paisaje puneño.
Apenas
se sale de Tres Cruces se cruza un abra que nos introduce verdaderamente en la
Puna. De ahora en más el camino será prácticamente plano, circulando por una
“llanura” a 3400 / 3500 msnm.
La
ruta 9 corre paralela a las vías abandonadas del Ferrocarril.
A
73 km de Humahuaca pasamos por el extremo norte de la mítica RN 40 que, cual
columna vertebral, recorre nuestro país de arriba abajo acompañando a la
Cordillera de los Andes.
Llegamos
al pueblo de Abra Pampa, fundado en 1883 y que recibió el nombre de “Siberia
Argentina”, lo que sugiere la desolación del lugar. Ese nombre no prosperó y
le fue cambiado por el de Abra Pampa, que es el nombre que históricamente tenía
ese paraje.
Una comparsa que festejaba el carnaval recorrió el corto tramo hasta la ruta.
Comparsa en Abra Pampa |
Allí,
a 3700 msnm, en medio de la Puna, pude sorprenderme al ver que uno de los lugareños,
con su cabeza entalcada lucía un buzo de la Scudería Ferrari. Para un fanático
de la marca, como el que escribe, era una circunstancia que merecía retratarse.
¿
Tendrá idea Michael Schumacher que, tal vez inconscientemente, alguien en la
otra parte del globo y en un ambiente tan disímil desde todo punto de vista,
está paseando su nombre ?.
!!! AGUANTE LA SCUDERIA FERRARI !!! |
El
camino de ahora en más se vuelve prácticamente rectilíneo y cruza
algunos arroyos que vienen desde las serranías del oeste y desembocan en el río
del Puesto que corre a la derecha de la RN 9.
Los
poblados se suceden. Pasamos por el Puesto del Marqués, antiguo punto de apoyo.
En 1815 el general Rondeau obtuvo una victoria durante la Tercera Campaña al
Alto Perú.
Si
bien la ausencia de pendientes permite circular a altas velocidades, tal cual lo
hacemos en la llanura pampeana o en la meseta patagónica, hay
tramos que están poceados y obligan a tomar precauciones.
Dejamos
atrás el caserío de La Intermedia, coincidente con la parada del ferrocarril
“Apeadero Km 1397”.
Pasamos
por Caracara o estación “Pumahuasi”, donde el paisaje sigue siendo muy
dilatado y el camino es un poco más ondulado.
Los
arroyos ahora corren hacia el norte para desembocar en la Quebrada de La Quiaca.
Con
los últimos rayos de sol entramos a la ciudad fronteriza,
extremo norte de nuestro país. Estamos a 3442 msnm y en la planicie al otro
lado del río que sirve de límite internacional se ven casas que ya pertenecen
a Villazón, Bolivia.
Antiguamente
los viajeros que llegaban desde el sur y querían seguir hacia Bolivia tenían dos alternativas: una era cruzar por La Quiaca y la otra, sobre todo si había
que aprovisionarse, era ir hasta Yavi y desde allí cruzar por una cuesta
bastante alta y arriesgada que conduce a Mojo.
A
principios del siglo XX llegó el ferrocarril y el paso de La Quiaca fue el
elegido para cruzar al país vecino.
Como
en el resto del territorio, el ferrocarril se convirtió en punta de lanza para
el desarrollo y afincamiento de la gente. Se trazaron las calles a ambos lados
de las vías.
El
nuevo pueblo quedó encerrado al norte por la Quebrada y el río, al oeste por
el cordón de Escaya y al este por el cordón de los Siete Hermanos.
Actualmente
la población asciende a ....... habitantes.
Decidimos
hacer los 16 km de ruta asfaltada que conducen hacia Yavi adonde llegamos apenas
entrada la noche.
Yavi
es un pueblo muy chiquito y fue sede de una encomienda y de un marquesado
virreinal donde varias generaciones de estancieros – soldados dominaron y
administraron extensos territorios a ambos lados de la actual frontera argentino
– boliviana.
Entre
los siglos XVII y XIX, la familia Obando-Campero controló desde Yavi una enorme
extensión de tierra que abarcaba propiedades importantes en Tarija (Bolivia) y
la puna jujeña. Es una zona que se destaca de sus alrededores ya que recibe
mayor aporte de lluvias.
Es
famoso porque conserva una de las más importantes iglesias coloniales.
Nos
alojamos en el “Hostal de Yavi”, hotel sencillo que cuenta con excelente
cocina y atención más que buena.
Un
living amplio queda a disposición de los pasajeros para leer, escuchar música
o hacer sociales.
La
vida nocturna en el pueblo es inexistente por lo cual cenamos en el Hostal,
aprovechando para disfrutar del pollo al vino y conocer la carne de llama. Un
buen té de coca me permitió dormir sin sufrir consecuencias debido a la
altura.
La
presencia de relámpagos y viento fuerte presagiaba una tormenta que nunca llegó.
En
la puna hay mucha amplitud térmica entre el día y la noche ya que cuando cae
el sol, en forma inmediata, la temperatura desciende varios grados. Los
alojamientos lo tienen previsto y las frazadas, aunque sea pleno verano, son
imprescindibles.