TREKKING A POINCENOT

 

Sábado 21 de febrero

Con Javier ya repuesto, compramos alimentos y combustible, preparamos las mochilas y partimos rumbo a Poincenot.

Fuimos despacio, disfrutando del bosque y de las vistas del valle del Río de las Vueltas.

Cordón del Fitz Roy visto desde el Mirador

Llegamos al mirador del Fitz Roy y tomamos el desvío que lleva a la laguna Capri, hermoso espejo de agua rodeado de bosques y con playas ideales para recostarse disfrutando de la espectacular vista de las agujas y glaciares y entretenerse mirando como las nubes danzan a su alrededor.

Nunca tuvimos la suerte de encontrar la laguna totalmente planchada, lo cual nos hubiera permito sacar una foto con el Fitz reflejado en el agua. Estimo que habría que dormir en el campamento Capri y sacarla bien temprano.

Mientras estábamos en la zona escuchamos un estruendo que nos sobresaltó. Seguramente fue la caída de algún bloque de hielo muy grande en el glaciar debajo de la aguja Poincenot.

Luego del descanso en la laguna, retomamos el sendero hasta el mirador y de allí seguimos rumbo a Poincenot.

Este año encontramos un nuevo trazado para el sendero, mucho más cómodo y fácil que el anterior ya que ahora corre bajo el bosque y antes lo hacía sobre terreno mallinoso y entre arbustos. En el 2001, de regreso, lo transitamos con mucho barro y bajo una persistente caída de agua nieve.  En esta oportunidad el clima se presentaba magnífico.

En el último tramo, cuando el sendero sale del bosque y discurre por un terreno plano y descubierto, las imágenes son un festival para la vista.

Se cruza el arroyo Chorrillo del Salto (el mismo del salto cercano al pueblo) por un puente de madera y se entra nuevamente al bosque.

Bajo árboles muy altos y reparado de los vientos huracanados, se encuentra el campamento Poincenot, utilizado por trekkers.

Debe su nombre a un escalador que murió trágicamente al cruzar el Río de las Vueltas y que era integrante de la expedición que luego hizo cumbre por primera vez en el Fitz.

Tiene cortavientos hechos con troncos para proteger las carpas y agua a pocos metros. Hay presencia permanente de guardaparques o jóvenes que se desempeñan como voluntarios que además de controlar que los acampantes se comporten correctamente, brindan información sobre puntos a visitar y auxilio médico.

Caminando unos pocos metros se sale del bosque y si el día está despejado, ahí sobre nuestras cabezas se alza majestuosamente la mole del Fitz. Imperdible: madrugar y verlo teñido de anaranjado cuando sale el sol. Hay privilegiados que logran encontrar el lugar justo para plantar la carpa y poderlo mirar metido en la bolsa de dormir.

En estos lugares uno en todo momento se siente “esclavo” del clima tan cambiante e impredecible. En cuestión de minutos uno tener ante sí una vista que no olvidará jamás o ver solamente nubes. Es cuestión de suerte.

Campamento Poincenot. Una pausa en el partido de truco

Armamos la carpa y aprovechando que no había viento, nos dedicamos a cocinar y comer con luz natural. El campamento estaba bastante concurrido, sobre todo por turistas extranjeros.

Esperando que continué la racha de buen tiempo, nos fuimos a dormir.

El programa para el día siguiente incluía subir a la Laguna de los Tres.

 

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