CERES - VILLA BOSCH

 

 

Viernes 24 de febrero

 

Distancia recorrida = 740 km

Aprovechamos el desayuno para charlar un rato con el dueño del hotel y otros pasajeros. Como es común cuando uno se aleja de las grandes metrópolis, nos llamó la atención el contraste existente entre vivir alocadamente y bajo la amenaza de la inseguridad y vivir en un lugar donde todos se conocen y se saludan, dejan sus vehículos abiertos y con las llaves puestas mientras hacen compras o trámites y los chicos salen de su casa sin temor a que les suceda algo.

A partir de aquí la ruta transita por zonas muy ricas en producción agropecuaria.

Cerca de mediodía cruzamos la importantísima ciudad de Rafaela lo cual nos insumió un buen rato ya que el movimiento de vehículos y la presencia de unos cuantos semáforos se hacen notar.

Desde nuestra partida en Ceres, veníamos escuchando la radio (creo que una emisora de Coronda) y el programa estaba dedicado a la Fiesta del Bricelet, que esa noche se llevaría a cabo en la localidad de Colonia Belgrano.

De los bricelets solamente nos había quedado claro que se comían y que eran típicos de una zona de Suiza y del Norte de Italia.

Cuando llegamos al cruce de la ruta 34 con la 64, la curiosidad pudo más que nuestras ganas de llegar a casa y decidimos hacer los 15 km que nos separaban de la Colonia Belgrano por una ruta asfaltada y rodeada de excelentes campos.

Enseguida ubicamos la plaza y la vimos cercada y en plenos preparativos para la fiesta de la noche.

Preguntamos a una señora que estaba en su auto donde podríamos comprar aunque sea algunos bricelets y le comentamos sobre nuestro desvío y el antojo por probarlos.

Nos indicó como llegar a un supermercado donde podríamos conseguirlos. Bajamos con Nora y compramos un kilo.

Ahí los conocimos y lo asemejamos a los waffles.

Obviamente, en un pueblo donde todos se conocen, nuestra presencia llamaba la atención. Mientras nos despachaban comentamos que el programa de la radio nos había sembrado la intriga.

El dueño del supermercado nos invitó a pasar por los fondos del local e ingresar a una casa vecina donde una señora, dueña del secreto de recetas artesanales, nos mostró los moldes con los cuales los preparaba a la vez que nos comentó sobre la gran cantidad que había cocinado para la fiesta que se avecinaba.

Nos despedimos y cuando entramos al auto, Pablo, que se había quedado en el Kangoo, nos comentó que por la radio nos habían mandado saludos. La señora a quien le había preguntado donde conseguirlos se había acercado hasta el puesto de transmisión ya que estaba contenta y sorprendida que una familia de turistas se había desviado para conocer el pueblo y sobre todo para probar su exquisitez típica.

También nos enteramos el origen del nombre del pueblo “Colonia Belgrano”. Como es de suponer, lo asociamos al General Juan Manuel Belgrano, creador de la bandera argentina.

Nada más alejado de la realidad que nuestra suposición.

El tema es el siguiente: cuando los primeros pobladores fundaron el pueblo, sorprendidos por la excelente calidad que lograban con sus cultivos, propusieron inscribirlo como “bel grano”, frase en idioma italiano que significa “bellos granos”. Evidentemente los funcionarios encargados del registro se equivocaron o no aprobaron el uso de la lengua extranjera y lo “rebautizaron” como Belgrano.

Partimos nuevamente, dispuestos a hacer el último tirón.

En las afueras de la ciudad de Rosario, abandonamos la RN 34.

La autopista de circunvalación nos posibilitó rodear la ciudad y rápidamente tomar la  RN 9, autopista de dos carriles por mano.

En San Nicolás hicimos una parada para cargar gasoil y descansar unos minutos.

A las 18 hs llegamos a casa, luego de 17 días de viajar por unas cuantas provincias de nuestro vasto país, habiendo recorrido por primera vez paisajes maravillosos que seguramente volveremos a visitar.

 

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