PURMAMARCA - CUESTA DE LIPÁN - SALINAS GRANDES - SUSQUES - PURMAMARCA
Lunes 20 de febrero
Las
habitaciones están en un primer piso y dan a una terraza desde la cual se
aprecian los cerros vecinos y se ve parte de Purmamarca.
Es
imperdible desayunar al aire libre disfrutando del sol de la mañana y de los
sonidos de un pueblo que comienza con su vida cotidiana.
Fuímos
a ver la plaza, ahora con los comercios abiertos y los puestos de venta de
artesanías y tejidos repartidos a su alrededor.
Puestos de venta en la plaza de Purmamarca |
Comienzan
a llegar los grupos de turistas y la plaza cobra vida a partir de la gente y del
colorido multicolor de los tejidos expuestos.
Desde allí vemos el Cerro de los Siete Colores.
Acercando zoom mediante ....
Subimos
a una lomada desde la cual se tiene una vista privilegiada del famoso Cerro y de parte del pueblo. Es un regalo para la vista: los cerros,
como una acuarela, contrastan con el verde del follaje y el azul intenso de un
cielo límpido.
En Purmamarca el Cerro de los Siete Colores no está solo |
El
Cerro de los Siete Colores, si bien es la estrella principal de la zona, no está
solo ya que son varias las montañas en las cuales predomina la arenisca rojiza
y las franjas de varios colores.
Nos
tomamos unos minutos para recorrer con el auto el Circuito de los Colorados,
camino vecino al pueblo que discurre entre cerros de color rojo. Es ideal para
realizarlo a pie, desembocando en el centro.
Circuito Los Colorados - Purmamarca |
Visitamos la Iglesia de Santa Rosa, que está en un extremo de la plaza y que se estima se construyó en 1648, según reza en el dintel de la puerta principal.
Iglesia de Santa Rosa - Purmamarca |
La
importancia relativa de la cual disfrutaba Purmamarca se la debe ligar a que
antaño era ruta hacia el Altiplano.
A
media mañana tomamos la ruta 62 con rumbo oeste.
Los
primeros kilómetros se hacen bordeando el río Purmamarca. Algunas huertas con
álamos y sauces delatan la presencia de humedad.
Los
cultivos se hacen más escasos y el paisaje paulatinamente se hace más agreste.
Cobran protagonismo las montañas de colores vivos y con muestras de la erosión
producida por el agua y el viento.
Rápidamente
empezamos a ganar altura por la Cuesta de Lipán.
Cuesta de Lipán (asfalto) |
El
camino, de excelente pavimento, sube en forma constante sobre la cornisa. Las
vistas hacia abajo son espectaculares y la ruta, por ser de nueva factura, está
perfectamente señalizada y con guardarrail en toda su extensión.
Una
pequeña playa sobre la banquina se convierte en un mirador estratégico, parada
obligatoria para la foto.
Seguimos
ascendiendo y llegamos al Abra de Potrerillos, punto de entrada a la Puna. Diez
kilómetros más adelante el gps marca 4170 msnm. Estamos en el punto más alto
de la Cuesta.
Vista de las Salinas Grandes desde lo alto de la Cuesta de Lipán |
La
ruta comienza a descender, al principio todavía sobre camino de cornisa, pero
luego se interna en un valle, siempre con presencia de montañas coloridas y de
formas contrastantes.
Más
o menos a 60 km desde Purmamarca el paisaje se hace más desolado, sin presencia
humana a la vista dentro de una gran planicie que se extiende de sur a norte. Se
ven a lo lejos cordones que superan los 4000 msnm.
Cruzamos
la RN 40 que hacia el sur conduce a San Antonio de los Cobres y hacia el norte a
Abra Pampa.
De
golpe aparece un mar totalmente blanco, tanto a derecha como
a izquierda. Son las Salinas Grandes, uno de los depósitos de sal más
grandes de nuestro país y que se encuentran a 3500 msnm.
Es
otro punto casi obligado de detención para el turista.
Sobre
la banquina derecha está construído un restaurante de sal: tanto las paredes,
mesas, bancos, etc. están hechos de ladrillos extraídos de las Salinas.
Son
varios los artesanos que fabrican figuras a partir de la sal.
A
mano izquieda se ven huellas que se internan hacia el salar unos cientos de
metros. Vemos que hay presencia de gente e incluso algún vehículo que brilla
bajo el sol del mediodía.
Previa
consulta, bajamos con el Kangoo y nos dirigimos sobre la masa lisa y blanca
hasta aquel punto. Cruzamos varios turistas que hacen ese recorrido recto
caminando.
Salinas Grandes (Jujuy). Foto tomada al mediodía por lo cual falta detalle en el suelo |
Tres
jóvenes, tapados totalmente para combatir el reflejo del sol sobre la blanca
superficie, están haciendo figuras en sal y en piedra. Estimo que tienen más
de cien, listas para la venta.
Artesanos de la sal |
Charlamos
un rato y compramos algunas como recuerdo.
Llama
la atención la presencia de bicicletas que usan para desplazarse por la capa
firme de sal y los colores vivos de una sombrilla que se destaca sobre el blanco
casi inmaculado.
Hay
varios cientos de ladrillos apilados los cuales pueden ser usados para el ganado
y para hacer construcciones.
Los ladrillos son de sal y son más pesados que los de barro cocido |
Ya
se observan algunos cortes rectangulares efectuados para extraer sal aunque
todavía no estaban trabajando ya que luego de copiosas lluvias se estaba a la
espera de la evaporación producida por el sol.
Piletas para extraer sal |
Estuvimos
un buen rato disfrutando de ese paisaje tan extraño para el habitante de la
ciudad. A lo lejos, la presencia de picos nevados indicaba que esa inmensa
planicie tiene fin.
Mientras en el Kangoo sonaba a mucho volumen la música de León Gieco, Nora y el famoso cantautor bailaron en las Salinas Grandes...
¡¡ Que dúo !! Nora y León Gieco |
Recomendación: utilizar protección adecuada porque el reflejo del sol es intenso y se suma a la sequedad del ambiente de altura: sombrero, anteojos oscuros, protector solar y lápiz labial son imprescindibles.
Aprovechando
que la ruta es excelente, partimos rumbo a Susques.
Superadas
las Salinas Grandes, comienza una zona llana cubierta de tolas, que son plantas
bajas cuyo color alterna entre el verde y el amarillo según la época del año.
Eventualmente pueden verse algunas vicuñas.
El
camino ingresa a la Quebrada del Mal Paso y corta en varias oportunidades al Trópico
de Capricornio, aunque ésto no está señalizado.
Se
ven al costado del camino algunos puestos o viviendas temporales de pastores de
llamas y cabras.
Dejamos
atrás la Quebrada
y 13 km más adelante la ruta llega a Susques (3750 msnm).
Llegando a Susques |
Tal
vez por haberme hecho falsas expectativas inspiradas en relatos y fotografías
de varios años atrás, cuando la ruta no era asfaltada, tenía la idea de
llegar a un pueblo muy pintoresco, perdido en la inmensidad de la Puna.
Me
desilucioné ya que lo encontré más grande de lo esperado, con mucho
movimiento de camiones de transporte internacional, muchas cubiertas en desuso
tiradas en la calle, etc.
Hay
constancias de la existencia de este pueblo recién a partir del último cuarto
del siglo XVIII y en 1787 tenía una población reducida integrada por unos
pocos indígenas.
Unos
años después ya era un importante centro minero de la Puna de Atacama, región
que pasó a manos de Bolivia cuando Atacama se independizó. Luego vino la
Guerra del Pacífico entre Bolivia y Chile y Susques pasó a formar parte del
territorio de éste último, con una población estimada en 300 indios que se
dedicaban mayormente a la ganaderia y al intercambio.
Vino
el arbitraje por el litigio limítrofe entre Chile y Argentina y Susques quedó
paso a integrar nuestro país, en un principio formando parte de la Gobernación
de Los Andes y finalmente de la actual provincia de Jujuy.
Resumiendo:
Susques fue de Bolivia, de Chile y de Argentina.
El
punto de mayor interés para visitar es la Iglesia, a partir de la cual creció
el pueblo. Tiene techo de paja y data del año ..............
Iglesia en Susques |
Lamentablemente
estaba cerrada ya que estábamos en pleno Carnaval y justo en ese momento los
integrantes de las comparsas estaban juntándose para continuar llevando su
alegría por las calles del pueblo. No nos dimos cuenta de tratar de ubicar a
quien podía tener las llaves de la Iglesia para que nos franqueara la entrada
aunque dudo que en ese día festivo, hubiéramos tenido éxito.
Imaginaba
que la capilla se ubicaba en un lugar apartado ya que las fotos así parecían
mostrarla. Grande fue mi sorpresa cuando la vimos sobre la calle principal, con
boulevard, y al lado de un Banco Macro Bansud que cuenta con cajero automático.
Hay que encontrar el ángulo justo para poder sacarle una foto y aislarla de las
viviendas vecinas.
También
puede visitarse la Capilla muy antigua que está en el Cementerio.
Creo
que si hubiera llegado a Susques fuera de la época del Carnaval seguramente me
hubiera parecido más lindo y pintoresco.
Se
nos planteó la disyuntiva respecto a continuar viaje hasta el Paso de Jama pero
restaban aproximadamente 290 km entre ida y vuelta.
La
Oficina de Turismo, como corresponde a un día de Carnaval, estaba cerrada.
Agarramos
la ruta y a la salida del pueblo nos sorprendió la presencia de hoteles muy
bien puestos, cuya presencia desconocía.
Siguiendo
los carteles avanzamos unos kilómetros y nos encontramos con el Complejo
“Pastos Chicos”, que cuenta con restaurante, hotel y estación de servicio.
Nos
detuvimos a tomar un café y conocer las habitaciones a fin de considerarlo para
futuros viajes.
Realmente
quedamos gratamente sorprendidos por el confort del alojamiento, el comedor para
más de 150 personas y la atención y simpatía del personal a cargo.
Permanecimos tres cuartos de hora charlando e informándonos sobre las
tradiciones relacionadas al Carnaval de la Quebrada de Humanuaca y de la Puna.
Estoy
convencido que el Pastos Chicos es un lugar a tener en cuenta para alojar cuando
se visita la zona y realmente reconozco el esfuerzo puesto de manifiesto por
quien decidió invertir en esos parajes (Walter Piccone).
Si
bien teníamos el bidón lleno de combustible, aprovechamos para cargar unos
litros de gasoil y ahorrarnos la tarea, siempre incómoda de cargar el tanque a
mano.
Todavía
sin saber hasta donde llegaríamos seguimos unos kilómetros.
Pasamos
la Quebrada de Taire y el Abra del mismo nombre desde la cual se tiene una
amplia vista de la llanura que se encuentra al frente y abajo y sobre la cual se
distingue la capa blanca del Salar de Olaroz.
Vita del Salar de Olaroz desde la ruta hacia el Paso de Jama |
Momento
de decisión: vamos hasta Jama o volvemos a Purmamarca para llegar temprano y
participar del Carnaval.
Supusimos
que el paisaje no cambiaría demasiado hasta llegar al Paso Internacional y decidimos pegar la
vuelta.
Por
supuesto que ahora estoy con la intriga respecto a que nos habremos perdido de
ver. En fin, todo no se puede hacer y siempre hay que dejar algo sin conocer
para tener un motivo que justifique volver.
Salvo
alguna detención para sacar fotos y la bajada a marcha lenta para disfrutar de
la Cuesta de Lipán, viajamos en forma sostenida, llegando a una Purmamarca que
estaba dominada por la música proveniente de la plaza.
Rápidamente
nos alojamos en el hotel que habíamos desocupado por la mañana (Terrazas de la
Posta) y nos dirigimos a disfrutar de la fiesta.
Sobre
una de las esquinas de la plaza se habían instalado los equipos de audio y
sobre la calle se había armado el baile, compartiendo la fiesta tanto los
turistas como los lugareños.
Actuaban
Tomás Lipán y Mónica Pantoja que, con su música autóctona, invitaban a
bailar o acompañar haciendo palmas.
Pocos
minutos después ya teníamos la cara, cabeza y ropa llenas de talco, papel
picado y nieve en aerosol.
Llegó
el turno de la cumbia y mientras las botellas de cerveza y vino se agotaban rápidamente,
la música continuaba llenando la noche.
Llegó
la hora de cenar y nuevamente el restaurante "El Rincón del Sauce" nos recibió
hambrientos y con ganas de disfrutar de un exquisito locro.
Otra
vuelta por la plaza y todavía la cumbia seguía sonando.
Para
los que quieren transnochar, existe la posibilidad de ir a tomar algo en alguna
de las confiterías que tienen números en vivo o dirigirse a otras localidades
para continuar hasta la madrugada.
Nuestro cansancio nos indicaba que había llegado la hora de ir a dormir.