CACHI - CUESTA DEL OBISPO - SALTA - JUJUY - PURMAMARCA
Domingo 19 de febrero
Habiendo
dado cuenta de un frugal desayuno buffet, dejamos el hotel del ACA.
El
clima nos regalaba una mañana perfecta, sin nubes y con mucho sol.
De
día todo se veía muy distinto: instalados en la plaza podíamos “tomarle el
pulso” al pueblo, que ahora cobraba vida.
El
Nevado de Cachi agregaba belleza al cuadro, con sus cimas nevadas contrastando
contra el cielo azul.
Frente a la plaza de Cachi. Al fondo el Nevado de Cachi |
La
Iglesia de San José Obrero, levantada en el siglo XVIII fue restaurada y
declarada Monumento Histórico Nacional desde el 1945.
Se
puede vistar el Museo Arqueológico y el Mercado Artesanal Municipal.
En el pueblo conviven las edificaciones modernas o recicladas y también las construcciones antiguas de adobe, que muestran las huellas del paso del tiempo y que se resisten a caer....
Y rejas trabajadas que no se ven en las edificaciones de las ciudades grandes ...
Quiero
mencionar que Cachi se presta para permanecer más de un día con el fin de
visitar sus alrededores y disfrutar de la calma pueblerina, rodeados de paisaje
e historia.
Nos
hubiera gustado seguir por la RN 40 con rumbo norte para pasar por la Poma y el
Abra del Acay, que conduce a San Antonio de los Cobres, pero desistimos ya que se
trata de un camino muy difícil, que circula a gran altura, con pendientes
extremas en el sentido S-N y que con las nevadas invernales o las lluvias
estivales suele cortarse. Lo dejaremos para otra oportunidad y con un vehículo
de doble tracción. Conforme los conocedores de la zona, ese tramo es más fácil
hacerlo en el sentido N-S ya que se parte de los 3700 msnm de S.A. de los
Cobres, se asciende a los 4985 msnm en el Acay y luego el mayor desnivel, hasta
los 2200 msnm de Cachi, se hace en bajada.
Previo
paso por la Oficina de Informes Turísticos, partimos rumbo a la ciudad de
Salta.
Cruzamos
el puente sobre el río Calchaquí. En el km 10 está Payogasta, actualmente un
caserío de agricultures que en épocas pretéritas fue un pueblo importante.
Abandonamos
la RN 40 y doblamos a la derecha, tomando la ruta 33, que en este zona es de
ripio. Mirando hacia atrás se logran excelentes vistas el Nevado de Cachi y nos
detenemos un rato para contemplar el paisaje.
Plantaciones en las inmediaciones de Payogasta, poblado vecino a Cachi |
Esta
espectacular vista no se tiene viniendo desde el sur por la RN 40.
En el km 30 se inicia la Pampa del Tin Tin con la célebre recta homónima, que corre sobre la traza de un antiguo camino inca cuya rectitud sorprende por su perfección.
Circulando por la recta del Tin Tin |
Aparecen los primeros cardones que rápidamente se convierten en
cientos o miles: estamos transitando por la parte norte del Parque Nacional
“Los Cardones”, cactus que tiene forma de candelabro y llega a alcanzar los
10 mts de altura.
Parque Nacional Los Cardones, con los Nevados al fondo |
Tiene
gran capacidad para captar agua del rocío y almacenarla para sobrevivir a las
épocas de sequía, su tallo es maderable y da frutos. Muchas iglesias de la
zona tienen los techos hechos con maderas de cardón.
Pasada
la recta la pendiente se hace más fuerte y aumenta la sinuosidad del camino,
serpenteando entre formaciones calizas donde se nota el efecto de la erosión.
En
este punto vimos que las nubes estaban bajando sobre las zona de la Cuesta del
Obispo y nos acordamos de la experiencia vivida en el Abra del Infiernillo
(Tucumán), donde la visibilidad se redujo casi a cero e intentando evitar un fenómeno
similar apuramos la marcha.
En
el km 56 el camino llega al abra "Piedra del Molino", a 3600 msnm. Aquí se
encuentra la piedra que da nombre al lugar: una enorme roca de varias toneladas,
tallada en granito que no es un material propio del lugar y cuyo origen se
desconoce.
Las
montañas están cubiertas de verde, con las nubes tapando sus cimas.
Estamos
en el punto más alto de la Cuesta del Obispo, punto desde el cual se tiene una
vista formidable de la quebrada de Escoipe.
En
nuestro caso haríamos la Cuesta en sentido descendente, disfrutando a cada
metro de una belleza imposible de describir con palabras.
Se
ve el camino serpenteando, formando escalones a medida que baja, siempre con el
color verde dominando la escena.
Cuesta del Obispo viniendo desde Cachi |
En
este zona, con las nubes bajas, la temperatura bajó drásticamente pero eso no
nos impidió detenernos en un mirador para disfrutar del panorama. En eso estábamos
cuando reconocimos el vuelo inconfundible de una pareja de cóndores.
La
Madre Naturaleza nos hizo un regalo inesperado que sólo en esos lugares pueden
obtenerse: una de las aves pasó dos veces planeando sobre nuestras cabezas a
más o menos 10 metros de altura.
A
pocos kilómetros está el desvío por camino de cornisa al Valle Encantado pero
un cartel advertía sobre la prohibición de transitarlo con vehículos. Nos
quedamos con las ganas.
Así,
deteniéndonos a cada rato, fuimos bajando la Cuesta.
Es
un lugar para disfrutar.
Aparecen
las primeras viviendas, rodeadas con parcelas cultivadas con frutales y maíz.
El
camino sigue sinuoso y transita por la Quebrada de Escoipe, al lado del río
del mismo nombre. En algunos tramos es amplia pero en otros es muy estrecha y
limitada por paredones altos y, a medida que se baja, la vegetación se espesa
pasando a ser casi selvática.
En el km 110 comienza el asfalto y el paisaje se abre. En el Valle de Lerma aparecen cultivos de tabaco, las estufas y los galpones para almacenarlo.
Pasamos
por Chicoana y Cerrillos y arribamos a Salta en una tarde bastante calurosa.
Cruzamos
el centro y seguimos de largo ya que la intención era seguir viaje y no pernoctar en
la ciudad capital salteña.
Tomamos
la autopista y seguimos los carteles que indicaban como destino la ciudad de
Jujuy. En este punto cometimos un error de navegación terrestre: siempre
supusimos que teníamos que llegar a la capital jujeña por la RN 9 y ésto no
es así.
El
tramo más directo que une Salta con Jujuy por la ruta 9 está en desuso para
el tránsito comercial y masivo ya que es muy angosta (apenas caben dos autos
casi tocándose), tiene 50 km totalmente sinuosos con curvas ciegas y
precipicios importantes ya que corre sobre las laderas montañosas con vegetación
selvática.
Es
pintoresca aunque muy lenta y cansadora.
Nos
dimos cuenta de nuestro error cuando habíamos hecho unos cuantos kilómetros y
vimos los carteles que indicaban que no era apta para camiones y micros.
Decidimos seguir adelante ya que volver para atrás nos iba a insumir mucho
tiempo.
Más
o menos a la mitad, el camino pierde altitud y pasa junto a los diques “Las
Maderas” y “La Ciénaga”, con infraestructura para alojarse, pescar y
navegar.
Embalse "La Ciénaga" sobre el trazado viejo de la RN 9 |
En
fin : como no habíamos tenido suficiente camino sinuoso con la Cuesta del
Obispo y la Quebrada de Escoipe, nos “castigamos” con la ruta 9
“vieja”.
Tengo
que averiguar cuál era el camino utilizado antaño para unir Salta con Jujuy.
La
variante que nosotros no tomamos pasa por Gral Gûemes y una parte importante del
recorrido se hace por autopista.
Al
atardecer llegamos a la autopista que pasa por las afueras de Jujuy y nos
detuvimos en una Oficina de Turismo a fin de informarnos sobre las posibilidades
de alojamiento y lugares a visitar. Si bien portábamos la guía Turistel y algo
de folletería que me dieron en las Casas de Provincia de Salta y Jujuy en la
ciudad de Buenos Aires, no está de más preguntar in situ donde la información
local puede estar más ajustada.
Nos
informaron que tendríamos suerte ya que nuestra estadía coincidiría con los
festejos del Carnaval en la Quebrada. Eso podría dificultar el conseguir
alojamiento y si bien estuvimos a punto de quedarnos en Jujuy, la posibilidad de
utilizar la carpa nos decidió a continuar viaje rumbo a Purmamarca, distante 70
km por ruta de asfalto.
El
tránsito de la ruta 9 era intenso en ambos sentidos. A los 14 km pasamos por
Yala. El paisaje empieza a cambiar: aparecen dos cadenas con montañas de más
de 3000 mts, con laderas abruptas, colores cambiantes y cubiertas por vegetación
subtropical.
El
camino sigue el curso del Río Grande y las vías abandonadas del ferrocarril.
El
río Grande y los afluentes que bajan de los cerros tienen un caudal totalmente
variable, dependiendo de las lluvias: crecen de golpe, arrastrando lodo y
piedras y ocupando todo el ancho del río y así como vino, el agua se va, ocupando solamente una parte pequeña del cauce.
Después
de una curva comienza una recta de varios kilometros y fuerte pendiente que en
el sentido del ascenso tiene dos carriles a efectos de poder adelantar a los
camiones que circulan a paso de hombre.
A
40 km de Jujuy está la población de Volcán (2000 msnm), fundada en 1905 con
la llegada del ferrocarril y en la cual había un importante taller de
reparaciones de las formaciones, siendo el último en el recorrido ferroviario
antes de llegar a la frontera con Bolivia.
A
la izquierda de la ruta se observa un horno utilizado en la explotación de la
piedra caliza.
El
paisaje vuelve a cambiar y ya estamos en la parte media de la Quebrada, donde
las precipitaciones son menores (600 mm anuales). La vegetación subtropical es
reemplazada por cactus y arbustos aislados que apenas salpican las montañas,
desnudas y donde se destacan los colores verdes, ocres y rojos.
El
río Grande sigue corriendo por el fondo de una garganta ancha, formada por las
laderas de las montañas que forman la Quebrada. Su caudal máximo se da en
verano, época de lluvias en la cual corre el agua color marrón con mucha
fuerza.
Junto
al camino hay campos cultivados gracias al riego por acequias.
Hay
presencia de álamos, sauces, molles, cortaderas, algarrobos.
Seguimos
en constante ascenso y aparece el pueblo de Tumbaya (2100 msnm).
A
la vuelta me llamó la atención su cementerio: está sobre unas bardas al otro
lado de la ruta y con las tumbas distribuídas de tal forma que se ven desde el
camino y desde las casas. Lamento no haberme detenido para sacar una foto. Me
queda la duda si esa disposición tan particular responde a alguna creencia
religiosa.
Esta
población, primera de las que se originaron en la quebrada en tiempos prehispánicos,
tiene una iglesia del siglo XVII llamada : Iglesia de Nuestra Señora de los
Dolores y Nuestra Señora de la Candelaria, Patrona de la Quebrada de Humahuaca,
que luego de varias reconstrucciones fue declarada Monumento Histórico Nacional
y que responde a un estilo arquitectónico andaluz, ampliamente difundido en la
región.
Siguiendo
hacia el norte empiezan a destacarse los cerros multicolores, propios del tramo
medio de la Quebrada. Las laderas muy abruptas siendo la occidental la menos
escarpada.
Trece
kilómetros más adelante sale a la izquierda la ruta 52, totalmente asfaltada y
que conduce al Paso de Jama.
Doblamos
y luego de 3 km entramos a Purmamarca.
Nos
encontramos con mucho movimiento tanto de turistas como de lugareños.
La
música que partía desde la plaza se escuchaba en todo el pueblo: eran los
festejos del carnaval.
Con
la noche encima, nos dedicamos a buscar alojamiento: nos quedamos en un hotel
inaugurado hacía unos pocos días por lo cual no figuraba en las guías ni
folletos. Se llama “Terrazas de la Posta” y tiene excelentes habitaciones,
TV, terraza para tomar sol y desayunar, cochera cubierta y vista hacia el famoso
“Cerro de los siete colores”. Precio para una triple : $ 130 a $ 150. Lo
recomiendo sin lugar a dudas.
Mientras
nos instalamos, duchamos y cambiamos, la música cesó. Nos quedamos con las
ganas de participar.
Salimos
a caminar encontrándonos con una plaza desierta, los negocios cerrados y
bastante suciedad: botellas vacías, tarros de espuma en aerosol, serpentinas, y
papel picado por doquier.
Quiero hacer un comentario: los carnavales, que “son sagrados” en la zona, motivan el cierre de reparticiones oficiales, comercios, etc y consisten en la formación de comparsas que danzando con trajes brillantes, estandartes y banderas identificatorias, recorren cada uno de los pueblos.
Distantas personas invitan a la comparsa a tocar frente a sus casas y comercios obsequiándoles las bebidas.
Así,
en forma itinerante, van trasladando su música y su alegría de un lugar a otro
y durante la noche la fiesta continúa en carpas, tinglados y clubes, con
bailes y comidas típicas. Se danza hasta el amanecer.
En
general se usa mucha espuma en aerosol, papel picado, serpentinas y el agua de
las zonas cálidas es reemplazada por talco que se lleva en bolsitas y se frota
por la cabeza y cara de los participantes.
Se ven muchos bailarines que "durmiendo la mona" dan fé respecto al alto consumo de bebidas alcohólicas.
No
es el clásico Carnaval donde el turista está sentado en un “corsódromo” y
ve pasar comparsas y carrozas. Acá uno debe participar del baile mezclándose
con la gente del lugar.
Cenamos
en .............. y aprovechamos para comer empanadas y un exquisito locro. Con
$ 30 se pueden comer tres empanadas, tres porciones generosas de locro, una gaseosa de litro y
medio y algún postre.
Pensar
que un menú del Mc Donalds cuesta entre $ 8 y $ 10.
Extenuados por el largo recorrido del día, que comenzó en Cachi, nos fuimos a dormir.