TINOGASTA - BELÉN - SANTA MARÍA - TAFÍ DEL VALLE
Viernes 17 de febrero
Fieles
a nuestro compromiso de seguir viajando sin planificación previa y habiendo
alcanzado los tres objetivos principales del viaje (Agua Negra, Laguna Brava y
Paso de San Francisco), teníamos que ver como “gastaríamos” los días
restantes.
Nuestra
intención era ir hasta Belén y de allí subir hasta Antofagasta de la Sierra,
para lo cual se presentaban dos opciones:.
- Belén – Antofagasta - Belén, que implicaría aproximadamente 460 km de ripio
- Belén – Antofagasta – Salar de Pocitos – Caucharí (Puna Salteña) y regreso por San Antonio de los Cobres, que implicaría alrededor de 500 km de ripio muchos de los cuales serían por caminos muy poco transitados.
Consulté
en el Escuadrón “Tinogasta” de Gendarmería, donde me desalentaron
respecto al estado del camino ya que había llovido mucho y estaba muy
“serruchado”, con posibilidad de enfrentar cortes en la calzada.
En
una agencia de turismo de Chilecito, también me habían dicho lo mismo respecto
a ese tramo ya que ellos lo habían recorrido unos días antes.
Estos comentarios negativos, sumado a que estábamos con un solo vehículo y de tracción simple, que faltaba un integrante de la familia para ayudar frente a un desperfecto o encajada y que el verano no es la estación adecuada para este periplo, nos hizo desistir.
¡ Quedará para otra oportunidad !.
En
el oeste catarmarqueño, salvo la ruta hacia Antofagasta, no hay caminos, por lo
cual, si queríamos seguir hacia el norte, prácticamente no hay alternativas: sí
o sí tendríamos que ir hacia Belén y de allí a Santa María.
La
cuesta de Zapata, desde hace unos años intransitable para todo tipo de vehículos,
permitiría unir Tinogasta con Londres mediante un recorrido de 63 km
enripiados. Nos vemos obligados a desandar camino y llegar a Londres nos insume
132 km de asfalto a través de las rutas 60 y nacional 40.
Apenas salimos de Tinogasta paramos en la estación de Copacabana.
Estación Copacabana - El ramal del ferrocarril terminaba en Tinogasta |
Llegamos
a Londres al mediodía y como hacía calor y nos quedaba mucho camino por recorrer,
no visitamos las ruínas indígenas diaguitas de El Shinkal.
El
pueblo tiene aproximadamente 2000 habitantes y fue una de las primeras áreas de
nuestro territorio exploradas por las expediciones españolas que partían de
Cusco, siendo fundado en 1558.
Recibió
este nombre tan particular en honor a María Tudor, esposa del futuro rey Felipe II,
entonces príncipe heredero de España. Posteriormente, cuando Inglaterra se
alejó de la Iglesia Católica, se pretendió cambiarlo pero este intento no
prosperó.
Se
le adjudicó enorme extensión territorial y fue trasladada cinco veces dentro
de estas vastas extensiones hasta que perdió su papel preponderante cuando se
fundó la provincia de Catamarca y la nueva ciudad de San Fernando.
En
el mediodía estival, los pueblos que uno visita parecen deshabitados y la
imagen que el viajero recoge a su paso no es de las que más impresiona ya que
el
comercio está cerrado y la gente está en sus casas almorzando y durmiendo la
siesta.
Realmente
para conocer estas poblaciones se debe contar con más tiempo y armar un
recorrido menos ambicioso, eligiendo otra época del año y, de ser posible,
“dejar los niños y adolescentes en casa”, ya que además de bellezas
paisajísticas, la zona es rica en historia y cultura.
Siempre
por la RN 40, seguimos hacia Belén, distante 15 km y que está a más o menos
1250 msnm.
Esta
población, con 9000 habitantes,
es cabecera departamental y núcleo urbano importante. Sus actividades
tradicionales son la agricultura y la artesanía del telar aunque gran parte de
la población se ocupa en actividades terciarias.
Los
cultivos comprenden la nuez, comino, pimientos, maíz, olivo y frutales.
Al
igual que en Londres, la ciudad tenía muy poco movimiento. Aprovechamos para
recorrer sus calles, su plaza bien cuidada y continuar viaje.
Tomamos
este día como un día para transitar caminos de enlace y para hacer “una
primera aproximación” a la zona, seguros de que volveremos dentro de unos años
para aprender más sobre su bagaje histórico y cultural.
Continuamos
por la RN 40, que corre sinuosa por la Quebrada de Belén, con el río del mismo
nombre a nuestra derecha.
Luego
de unos pocos kilómetros, comienza el ripio que en algunos tramos se convierte
en terreno arenoso y con muchas piedras sueltas, lo cual exige prudencia en el
manejo, si bien en algunos tramos podemos circular a 50 km/h.
Se
suceden algunos pequeños poblados como la Puerta de San José, La Ciénaga y más
o menos a 40 km de Belén, se abre una hermosa vista: hacia el oeste cordones de
sierras y hacia el este el valle del río que pasa por el pueblo de San
Fernando.
Cabe
acotar que para llegar hasta aquí hemos cruzado varios badenes muy anchos,
algunos con fondo pedroso y otros con fondo de arena, que en este momento tenían
poco agua aunque se veían señales inequívocas que indicaban que hacía muy
pocos días el agua había corrido en abundancia, impidiendo el paso de los vehículos,
incluso los de gran porte.
Formaciones erosionadas en cercanías de Hualfin |
Llegamos
a El Eje, donde nace el camino que va a Antofagasta de la Sierra y otra
vez surgió la duda: ¿ si nos arriesgamos y vamos ?. Casi sucumbimos a la
tentación pero considerando como estaban los vados que habíamos dejado atrás
preferimos no arriesgar y continuamos con el viaje previsto rumbo a Santa María, puerta de entrada a los Valles Calchaquíes.
Camino a Hualfín |
Después
de un
suave ascenso llegamos a Hualfín, verde oasis en el bajo del río.
Hay
cultivos de maíz, frutales y pimientos.
Aprovechamos
la frondosa arboleda de la estación de servicio del ACA para almorzar nuestro
clásico menú viajero: sandwiches, viandada y gaseosa.
Me
sorprendió ver camiones semirremolques con patente chilena y en la estación de servicio me comentaron que transportan insumos para la Mina
“La Alumbrera”.
Continuamos
viaje, siempre por la RN 40, enfrentando más vados, que por suerte
estaban bastante pobres.
Uno
de ellos me inquietó particularmente ya que la ruta tenía una capa de arena
bastante pesada y el agua venía de frente circulando por el camino.
Indudablemente
si hubiera llovido ese día o el día anterior, este tramo se pondría
intransitable.
Pasamos
el desvío que lleva a la mina de Farallón Negro, de la cual se extrae oro,
plata y manganeso, actualmente explotada por Yacimientos Aguas del
Dionisio, empresa estatal con participación de los gobiernos nacional,
provincial y de la Universidad de Tucumán.
La
explotación se hace a cielo abierto y en forma subterránea y los promedios de
extracción por tonelada, son aproximadamente 6 grs de oro y 90 grs de plata,
respectivamente.
Estos
datos fueron extraídos de bibliografía consultada ya que nosotros no visitamos
la mina.
Poco
después y cuando habíamos hecho 80 km desde Belén, el ripio
se termina y comienza un excelente asfalto. El paisaje se torna muy bello.
Aeródromo en la Mina La Alumbrera |
A
nuestra derecha tenemos una planicie donde se encuentra el complejo minero “La
Alumbrera” y al fondo el cordón del Aconquija, con sus nevados famosos que
ofician de límite interprovincial entre Catamarca y Tucumán.
Pasamos
frente a la entrada del complejo minero y nos llama la atención la presencia de
una pista de aterrizaje paralela a la ruta,
asfaltada, moderna y con tres jets perfectamente alineados. El movimiento
a su alrededor nos hizo presumir que habían aterrizado recientemente o que
estaban por despegar.
Unos
días antes de escribir este relato, accidentalmente conocí a un ex gerente del
complejo minero quien me comentó que el mineral se extrae a cielo abierto, en
un hoyo de aproximadamente 500 mts de diámetro y varios cientos de metros de
profundidad.
El
material extraído se envía por conductos hasta la provincia de Tucumán,
donde es convertido en polvo y transportado por ferrocarril hasta el
puerto de Rosario (Provincia de Santa Fe), desde el cual es exportado.
Con
inscripción previa, es posible conocer las instalaciones.
Recomiendo
visitar la página de Viajeros en la cual hay un relato de la visita,
profusamente ilustrado.
A
pesar que estamos cerca de Santa
María, la marcha se hace lenta ya que la ruta atraviesa unas
cuantas poblaciones y está surcada por numerosos vados, muchos de los cuales
tienen agua estancada o material depositado que obliga a transitarlos a paso de
hombre.
Por
fin llegamos e ingresamos a la ciudad, a la cual imaginaba más
pequeña. Está emplazada sobre la margen oeste del río homónimo, entre las
sierras de Quilmes o del Cajón al este, las sierras del Aconquija al oeste y
las cumbres Calchaqués al noroeste, a 1990 msnm. Tiene aproximadamente 15000
habitantes.
Cuenta
con excelente alojamiento y si bien había camas disponibles, decidimos seguir
un poco más adelante.
Al
observar el mapa, pude verse que Santa María está próxima al punto tripartito
entre las provincias de Catamarca, Tucumán y Salta.
Las
opciones eran hacer noche en Amaichá del Valle (Tucumán) o en Cafayate (Salta).
Decidimos
seguir hacia Amaichá a la cual arribamos a los pocos minutos ya que queda a 23
km. Cabe señalar que al ingresar a Tucumán, entre la documentación del vehículo
que la Policía nos controló exhaustivamente, figuraba la póliza de seguro
vigente.
No
pudimos ingresar al centro de Amaichá debido a que estaban todas las calles
cerradas porque se festejaba la Fiesta de la Pachamama, que por motivos
comerciales se hace coincidir con el Carnaval, y era muchísima la gente arribada de los pueblos vecinos. Seguramente se iba a dificultar conseguir
alojamiento, sumado a que no quería estacionar el Kangoo, cargado con muchos
elementos de valor, lejos de nuestra vista.
Alternativas:
seguir hasta Cafayate o bajar hasta Tafí del Valle. Elegimos esta opción y
tomamos la ruta 307 que comienza a ganar altura y circular por un camino de
cornisa, teniendo a nuestra izquierda el cordón montañoso, tapizado de
vegetación verde y hacia nuestra derecha, el valle. El paisaje es precioso y el
camino, muy pintoresco y sinuoso, tenía mucho tránsito en ambos sentidos.
Camino a Tafí del Valle aparecen los primeros cardones |
Luego
de unos kilómetros, observamos que las nubes comienzan a bajar y tapar la cima
de los cerros. Caímos en la cuenta que hacia allí nos dirigíamos y el
panorama no era muy alentador.
De
golpe la visibilidad disminuyó totalmente y no veíamos a más de 5 mts del
paragolpes delantero. La humedad de las nubes se convirtió en llovizna y la
ruta, que en algunos tramos carece de marcaciones, se puso muy difícil.
Gracias
al sistema de mapa móvil podíamos tener noción de la sinuosidad del camino y
tomamos conciencia que estábamos transitando un abra llamada "El
Infiernillo", a
3000 msnm.
Despacio,
en segunda velocidad, transitamos unos cuantos kilómetros que nos parecieron
interminables, llegando a la entrada de Tafí del Valle, con las primeras horas
de la noche.
Nos
alojamos en el Hotel del ACA, totalmente renovado y con servicio ***.
Hay
mucha oferta hotelera, con precios que oscilan entre los $ 90 a los $ 200 por
una habitación triple.
La
ciudad estaba muy concurrida ya que al turismo de fin de semana propio de los
tucumanos, se sumaba la largada simbólica del Rally de Tafí, lo cual congregaba
a numerosas tripulaciones y equipos de apoyo.
La
oferta gastronómica es variada y para distintos bolsillos.
Comimos
empanadas y tamales, en un restaurante familiar y relativamente económico,
acompañado como es habitual en el norte, con gaseosa en envase grande, lo cual
abarata significativamente el costo de las comidas.
Volvimos
al Hotel y pusimos fin a un día de mucho viaje que nos había depositado en la
puerta de los Valles Calchaquíes.